(Dedicado al río extremeño
Alcarrache,
punto de referencia de mis primeros
años.)
RÍO ALCARRACHE
Alcarrache…
Moro.
Vienes pisando tu huella.
Alfanjes y media luna
en la noche de tus aguas
se reflejan.
Río de mi infancia…
Alameda fragante y misteriosa,
tantas veces recorrida.
Historias permanentes
en sus troncos ancestrales.
Rumores y sombras
escondiéndose anhelantes.
Mampolín,
(como el gigante de mis cuentos)
hacia ti su capa extiende
de jaras, de jaguarzos y de brezos.
Aroma a yerbadulce,
a rosadas
adelfas.
Una brizna de hinojo entre mis
labios.
Puente de piedra.
Por la tarde…
mil cantos de ruiseñores
en los recodos del aire.
Salvaje en tus crecidas del
invierno.
Oculto en los estíos.
(Apenas los tamujos
delatan tu presencia.)
Arrecia el frío.
Charcos de vida.
“Doña María”…
Agua clara, transparente, fría.
“Membrilleros”…
Caminatas de verano,
blanca arena, chapoteos.
Sabores agridulces a camuesas,
en el camino, viñedos.
Parajes de molinos derruidos,
entre las zarzas, secretos.
Tristes y ausentes cigüeñas
por tus orillas pasean.
Pasaderas…
Aventura infantil emocionante.
Frontera…
Los milanos en círculos concéntricos
sobre el encinar planean.
Y te vas…
siguiendo tu huella.
(Sombras negras de toros te vigilan).
Media luna,
en la noche de tus aguas
se refleja.
María Prieto Sánchez
Octubre 2010. La Palma del Condado (Huelva)
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