lunes, 27 de mayo de 2019

"EL ALBA"

Los Parlamentos de Londres (1900-1904) Claude Monet.

EL ALBA
Hay una hondura en el silencio del alba.
De alma que se sacude y se despoja
del manto de tinieblas que la envuelve.

Un acto solemne que nadie interrumpe.

No hay voces que quiebren el silencio de la calle.

Algunos trinos tímidos, apenas audibles, de las aves.
Algún otro aleteo entre las ramas sombrías y ocultas del naranjo
de una plaza desierta aún.
La enredadera en la fachada
se estira un poco más buscándose la luz.

Hay un juego de luces entre la noche que se rasga
y las tenues claridades apenas apuntadas.

Vibra suavemente la mañana nueva y virgen.
Hay un temblor de escalofríos en el agua de la fuente
que participa en este ritual de despedida de la noche.

Las estrellas se diluyen en el cielo débilmente.
Y una luna, cada vez más pálida,
se desvanece
en ese cielo ceniciento de la bruma
que va huyendo del barranco
y que se pierde en las hermosas
transparencias del espacio.

Hay algo sobrenatural en ese atávico rito de resurrección del día.
De triunfo de la luz sobre la oscuridad
que te estremece
y que aleja poco a poco estos fantasmas nocturnos
que te asedian en el abismo y la agonía.

Alborada en que las sombras
se rinden poco a poco
ante la luminosidad inclemente,
de un sol que las empuja.

Y en la mañana eterna, surge sin más, la calma de estas horas lentas
y vagamente tristes.

¿Por cuánto tiempo más disfrutaré de la belleza de este rito arcaico?

¿Cuántos días...?
¿Cuántas auroras...?

En el universo inmenso no se encuentran mis respuestas...

Pero este triunfo de la luz, disipa, en parte, mis tinieblas...


María Prieto
Mayo 2019


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