ENTRE VIDES Y SOLES
Mágica.
La luz se filtra
ocupando las sombras
en un lienzo vivo.
Sutil transparencia.
Bello claroscuro.
Calor de racimo turgente,
oro granulado,
preludio de un néctar pálido
y dorado
que olvida el olvido.
El sol que se incendia y abrasa
la tarde de agosto.
Un verde silencio de hoja
tornando a rojizo, cruje con el viento,
mira entre los pámpanos.
En ámbar estallan las uvas redondas,
maduras, jugosas.
Retorcidas cepas preñadas
de vida, en largas hileras.
La viña se viste de lenta añoranza,
la melancolía de viejas vendimias,
aromas dulzones de velo amarillo,
fermentos de tierra caliente
y tiempos antiguos…
que al aire se arriman.
Volátiles sueños de mosto
y de noche.
Deseos afrutados restallan en ecos
de cristal y espuma.
Vino joven en ávida boca.
El lagar oscuro, espera impaciente…
Con pasos de otoño…se acerca septiembre.
María Prieto
Agosto 2020
(Este poema está dedicado a mi amigo Alejandro Ávila Fernández, autor de la foto.)
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