viernes, 29 de marzo de 2019

"MUCHACHA QUE TÚ ERAS..."


MUCHACHA QUE TÚ ERAS


Muchacha que tú eras…
asomada a la vida en tu ventana…

Dejaste atrás a aquella niña que se fue,
que inventaba paraísos con las piedras
y se bebía rayos de sol
en el desván,
deshilachando fantasías
en las claras mañanas
de verano.

Y atravesaste las lindes de tu infancia.
Y aspiraste con ansia el flamante perfume
de los días venideros.
Cruzaste  de una orilla a la otra orilla
sin rosas blancas extendidas
en el pretil del puente.
Y seguiste la corriente aguas abajo,
serena a veces, a veces tumultuosa.
Trepaste por laderas escarpadas
y espinosas
añorando, de aguas arriba, la corriente
de los primeros años.

Endulzaste tu boca con la savia
de los vientos que soplaban a favor.
Con cien hormigas paseando
por tu estómago
y volándote por dentro…
un millar de mariposas.

Tropezaste con murallas imposibles de salvar.
Y te elevaste, leve, grácil y ligera
soñando aire entre las nubes;
dándoles formas inconexas
con las hermosas palabras aprendidas
de los antiguos versos que atrapaste
desperdigados entre tus viejos libros.
Y esos versos se hicieron más que tuyos…
definiendo y derritiendo
tu dolor, tu pena, tu alegría, tus batallas…

Caminaste con los pies chapoteando
por el barro,
ya metida de lleno entre los charcos…
Persiguiendo quimeras y utopías.
Soñando en alcanzar el universo
en un poema.
Decididamente ya perdida
en el poético rumor de las estrellas
y en las estelas perfumadas de los astros.

Deslizándote en el tiempo
ahora navegas por mares conocidos
entre el viento y los espinos,
entre sombras y velas desgastadas.
Y te dejaste encendida
una hermosa luz en la mirada
alumbrándote las noches
como un faro.

Y miras hacia arriba la corriente de la vida.
Pero no hay huellas ni rastros en el agua.
(Sí en el aire, en la distancia…)
Se fue perdiendo el rumbo de la tarde
entre viejas montañas y el humo del recuerdo.

Y ahora, para ver si no naufragas
y mueres… cada día,
dibujas eternos horizontes de esperanza.
Y vas aguas abajo, no muy lejos,
abriendo tus ojos, aún, ante el asombro
de las mañanas nuevas y de los nuevos retos.
Mirando cómo tiemblan las gotas
de rocío en la hoja verde
o contemplando la parábola
celeste e invisible
del vuelo de las aves.

Ya no quieres conquistar el universo
poniéndote a su altura.
Ahora dibujas con palabras las estrellas.
Y ese universo ignoto,
inalcanzable,
escrito lo tienes en tus manos;
comprimido entre paredes de papel,
de tinta y letras.

Aún saboreas savia dulce entre tus labios
y savia viva aún corre por tus venas.
La piel la tienes ya curtida,
ya dorada por el sol, la sal, la brisa atlántica
que atraviesa tus mañanas.

Y aún te quedan algunas mariposas
que te vuelan por dentro.
Aunque a veces, te apriete y te muerda
la nostalgia.
Aunque, a ratos, te pierdas por rincones
oscuros y olvidados.

Ahora quieres vivir el día a día
fluyendo en ese lento
discurrir del río
que se acerca
suave
y llanamente
al curso bajo del ahora,
del auténtico presente.

Y beberte la vida sorbo a sorbo…


María Prieto

Marzo 2019

Pintura: “Muchacha a la ventana” (Copia del original de Salvador Dalí, realizada por mi amiga y compañera Juana Salas)

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