viernes, 8 de marzo de 2019

"DOÑANA EN ABRIL"



DOÑANA EN ABRIL

Amanece en la marisma.

Leve brisa se levanta

entre inmensidades verdes

agitando suavemente

las hermosas espadañas.

La luz asoma a lo lejos

sobre las brumas humosas

de una apacible mañana.

Clareando, el alba blanca.



La primera luz del día

tímidamente se asoma

tras los lentiscos y eneas.

El sol ilumina el agua.

La  vida vuelve a fluir.

¡El eterno renacer

por los campos de Doñana!



De repente… ¡estruendo sordo!

¡Un bando levanta el vuelo!

Cien flamencos en el aire,

una acuarela de rosas

en el denso azul del cielo.




Castañuelas en los lucios.

Rosario de verde y agua.

Ánsares allá en los juncos

deslizándose en silencio

por la superficie clara.

Graznidos y crotoreos

entre carrizo y bayunco.



Sinfonías de la mañana.

Bandos de gansos silvestres
ocupan todo el espacio.

Garzas que levantan vuelo

y los patos malvasías

silbando un bello cortejo.

Paisaje de luz radiante,

griteríos y aleteos.



Por las dunas y corrales

se escucha el silbo del viento.

Sobre un pino retorcido,

superviviente de arena,

se posa un milano negro.

Retumba lejos un trueno,

tras las jaras, brama un ciervo.



Aromas que atrapa el viento.

Flor de jara, de retama, de romero.

Aromas que se enredan en el aire.

De jaguarzos y de brezos,

de tomillo y de cantuesos.

De los narcisos silvestres

del borde de los senderos.



Cabalgando contra el polvo

se oyen sordos golpeteos.

Una manada de yeguas,

largas las crines al aire,

trotan firmes, poderosas,

seguidas de los potrillos

buscando el abrevadero.



En los bajos

de la playa solitaria

retozan dos cervatillos

mientras sube la marea.

Agua y sol, sol y agua.

dunas inmensas de arena.



Junto a verdes matorrales

corre veloz una liebre.

Tras las rosadas adelfas,

rauda, como espíritu fugaz,

la sombra de un lince

desaparece.



Huellas, rastros miles,

de pasos entrelazados.

En la blanca arena,

en la tierra del sendero,

en el barro removido

del borde de los esteros.



Por el aire transparente

suenan sones rocieros,

la gaita y el tamboril.

Las carretas sanluqueñas,

en su camino de vuelta,

dejan el alma en el coto

y en el polvo del carril…



¡Arena y viento

acorralan a los pinos!

¡Arena y viento!

Rubio amarillo en el suelo.

Lavanda, gladiolos, malvas

en una alfombra de flores.

¡Arena y viento!

Azul de lirio en el cielo.

Bajo los pinos, helechos.



Calor suave de la tarde.

Frescor húmedo y brillante

en el bosque de ribera.

Destellos de sombra y luz.

Dos jabalíes sestean.

Mil cantos de ruiseñores

cubren la densa arboleda.

Los gamos sacian su sed

en el borde de los lucios.

Dorado sol en el agua

sonriendo entre los juncos.




Los vetustos alcornoques,

pajareras infinitas,

perchas henchidas de vida,

prestan cobijo y asilo

a espátulas y garcillas.

Y desde el alto ramaje,

un halcón peregrino de inmóvil silueta,

de hermoso plumaje,

sobre el horizonte pasea su mirada

de ojos profundos, de ojos oscuros...

Sobre el alcornocal,

en círculos concéntricos,

planea majestuoso un águila imperial.



Migraciones,

aleteos en el cielo.

En ángulos, las bandadas

regresan al dormidero.

Cae la tarde por los cotos.

Arde el cielo hacia poniente.

Viento tranquilo y en calma.

Se duerme el sol en el agua

desparramando belleza

por las tierras de Doñana.

La marisma, plena de oro,

y a lo lejos…

con perfil resplandeciente

asoma una ermita blanca.



Las estrellas se derraman…


Ruido sordo, sigiloso, amortiguado

de la noche que dormita.

Ojos brillantes acechan

en la oscuridad sonora.

Croar de ranas, potrillos que maman,

ulular de búhos, grillos, chapoteos.

Por los acebuches maúlla un mochuelo.

Temblores de ramas,

de vida latente.

Vigilan lechuzas allá en el pinar

y la luna nueva camina despacio,

distante y ausente.



Otro día más…

repitiendo eterno

el ciclo de vida y el ciclo de muerte…



¡Hermosa Doñana!

¡Plenitud de vida!

¡Libre, salvaje, bravía!

Ruge el mar abierto en la lejanía…





María Prieto Sánchez

Mayo 2018


  (Este poema se lo debía a Doñana. Es mi pequeño homenaje a este bellísimo espacio natural de Huelva que tengo tan cerca. Un mundo maravilloso el de este Parque Nacional, que hay que proteger, cuidar como un tesoro y defender de los peligros que lo acechan.)









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