martes, 30 de abril de 2019

"AL SUR"

 (Dedicado a mi amada Andalucía. A esta tierra hermosa que me acogió con las puertas abiertas de par en par. Y que ya es mía…)
 

                       AL SUR

 “Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire…” (Luis Cernuda)


Y en un día, ya lejano,
los vientos me guiaron hacia el Sur…
Allá donde los días tienen sed de libertad.

Al sur abierto a dos mares contrapuestos.
De brisas apacibles y vientos inclementes.
De atardeceres bellos de acuarela y azafrán.
Allá, donde la luz revienta en soles de cal viva
y ardiente reverbera en la marisma
entre la blanca sal de las salinas.

Sur que camina despacio entre viñedos,
con racimos de lágrimas doradas.
Ese sur que te redime de tristezas.
De cálidas y encendidas madrugadas.
Una ventana abierta en danza de visillos
que derrama estrellas en las noches de verano.

Las flores amarillas del silencio, pasean por sus callejas.
Soledad de almas y risas vespertinas.
Duelo negro del ciprés y arrullo lento de guitarra.

(Sur que llora rosas en las fuentes hermosas de la Alhambra.)

Sombra y luz del campesino que resiste
en el hermetismo oscuro y gris de su mirada
y en el rito de las horas del reloj descompasado de la torre.

Ese sur de piel manchada en verde oscuro de olivares,
donde la calma espesa de la tarde, dibuja volutas en el aire.

Hondo, recóndito y arcano. Sur de poetas memorables.
Hijo del corazón oscuro de la tierra.
Quejío profundo que llora mientras canta.
Quiebro agudo y roto de garganta.

Sur lorquiano, bronce y sueño;
Luna de plata sellada en un poema.
Mixtura barroca y clasicismo.
Tierra mítica tartésica. Mora y romana. Tierra del Arte…
Que su voz, como su luz, nunca se apague.



¡Ese sur incombustible, ardiente, apasionado!

Que vive al aire, que acoge y se destapa
con las puertas abiertas a todos los caminos;
con los cuerpos ardorosos a la sombra de un magnolio.
(Caballo que galopa por sus ecos escondidos.)

¡Un toro negro entre las rojas amapolas!

Extendido al sur del sur en líquida frontera,
atravesado por las negras gaviotas del estrecho.
Ancestral encrucijada de caminos sin barreras.
Odisea de luchas, de muertes y naufragios.

Tu suelo, son rastros ostensibles;
herencias clavadas en los huesos
con la sangre de pueblos milenarios.
Fértil mezcla de pieles y de razas.

Siempre sabio. Abierto en mil heridas muchas veces.

(A veces dulce y a veces tan amargo...)

Tierra de antagonismos y contrastes.
Vergel fecundo y árido desierto.
Tórrido sol, nevadas cumbres.
¡Sur oceánico y sur mediterráneo!

De polvo, cobre y fuego y al oeste,
de ríos amarillos y metálicos.

El sur es blanca sábana tendida
sobre un viento embriagado de azahares.
Un cáliz rebosante de vino, miel y acíbar.
Tardes doradas y noches de azabache…
Solo quiero quedarme enredada en este Sur.
¡Ya hice mío su hermoso cielo azul!

Y solo anhelo…
echar raíces para siempre en esta tierra.
Y hacerme flor entre las jaras y el romero.
Y hacerme viento que susurre a los olivos y naranjos…

Por la vereda blanca, continuaré la senda
hasta la orilla deshojada del Guadalquivir.
En esa clara orilla del viejo Río Grande
que perfuma las noches con mirto y con jazmín.

Y descansar al fin…

Texto y fotos: 

María Prieto Sánchez


Abril 2019






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