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Foto: José Quiles |
FLORES EN EL DESIERTO
Miré la
arena
muerta
de las
dunas
sin
cobijo,
sin
sombra alguna.
Me quise
ir...
pero las flores
de mis manos
extendidas
se quedaron
pero las flores
de mis manos
extendidas
se quedaron
esperando una lluvia
que nunca llegará.
Fuiste...
como las nubes
huidizas
como
un árido
espejismo en mi desierto.
espejismo en mi desierto.
(Un pozo
inexistente
se
dibujó
en mi
lejanía.)
Hay un
tuareg que mira.
Silueta esquiva
reverbera
en la distancia
de mi
cuerpo.
(No es
polvo
ni
viento)
Absorbe
el vacío,
en la
inmensidad profunda
y yerma del erg.
Como esa
arena
blanca
que te
besa
que te
asfixia
que te
arrasa.
Que si
pudo amar,
no amó.
No
quiero,
ni debo
recordar.
El simún
rojizo del desierto,
cubrió
de espeso manto
el
espejismo.
Me callo…y
me marcho
para
siempre.
(No
llueve en los desiertos)
Y aunque
nada
vive
eternamente
las
flores de mis manos
aún siguen allí…
aún siguen allí…
fingiendo
que
están vivas.
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Foto: José Quiles |
María
Prieto
Diciembre
2019
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