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Foto: Xaviandrew en Pixabay |
RELOJ DE ARENA
Mañana de silencios condensados.
Entre una niebla turbia de arracimadas nubes,
Mañana de silencios condensados.
Entre una niebla turbia de arracimadas nubes,
enfebrecido
y disonante,
como un reloj
de arena con el alma
estrangulada
en su mitad…
el
tiempo pasa.
Sus minutos van cayendo
ante mis ojos impotentes
grano a grano
cada vez,
a mayor velocidad.
Y se agotan las horas
venideras,
el hastío se apodera de ellas.
Y las luces se apagan poco a poco
en este estrecho y asfixiante
tubo de cristal.
Se acaba ya la arena.
Sus minutos van cayendo
ante mis ojos impotentes
grano a grano
cada vez,
a mayor velocidad.
Y se agotan las horas
venideras,
el hastío se apodera de ellas.
Y las luces se apagan poco a poco
en este estrecho y asfixiante
tubo de cristal.
Se acaba ya la arena.
Se da la
vuelta…y a empezar. ¿Hasta cuándo?
(Monotonía
en el giro de los días.)
Soledades, galerías y retratos de Machado
en mi bolsillo, esperan encerrados
y pretenden
indicarme los caminos.
Todo
pasa y todo queda…
pero no hay ninguna marcha atrás
en este caminar.
Se escuchan
pero no hay ninguna marcha atrás
en este caminar.
Se escuchan
ruidos
estridentes de sirena,
una ambulancia pasa
y se acelera el corazón acobardado.
una ambulancia pasa
y se acelera el corazón acobardado.
Dos
viejos pasean despaciosos por la acera.
¿Pesan
los años? ¿Pesa el tiempo?
Los
veranos, los otoños, primaveras…
Y enfrente,
en un rincón del parque,
un banco espera un no sé qué...tal vez
el rayo final del sol poniente.
…Y otro reloj, está vez acompasado,
Y enfrente,
en un rincón del parque,
un banco espera un no sé qué...tal vez
el rayo final del sol poniente.
…Y otro reloj, está vez acompasado,
el de la
torre aún dormida de la
plaza solitaria,
con su
sonido lúgubre
y
solemne,
marca
las tres.
(Todavía
queda tarde soleada…)
María
Prieto
Diciembre
2019
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