sábado, 3 de octubre de 2020

"CON EL ALMA EXTENDIDA AL SOL" (Otro verano que muere...)

 

"CON EL ALMA EXTENDIDA AL SOL" 

(Otro verano que muere...)

Tarde de playa, septembrina.
Luces oblicuas entre la tierra y el mar.
Con el alma extendida al sol de las arenas
se muere otro ciclo de la vida.

Se escuchan chapoteos entre charcos luminosos,
como espejos olvidados por la bajamar,
algarabía de risas y gritos infantiles
y un sol que ya desciende, cada vez más débil.

Cansado de su ruta circular
descansa el faro, arrellanado
en su lecho de cúbicas piedras amarillas
que la brisa acaricia y luego,
riela despacio en la lejanía.

Y miras la engañosa infinitud del mar…
con esa falsa sensación de eternidad.

Hacia poniente
el sol muere lentamente
en su ángulo crepuscular,
con arreboles de violetas y rosados.
Y tú lo miras…y te mueres también…
un poco más que ayer.
Pequeña muerte en cada ocaso
lento de los días.
Quizás en eso…consiste la vida.

La tarde ya declina,
poco a poco se deja caer
sobre tus ojos y el dorado de tu piel.
Y tú…impávida y ajena,
parada en la nada de la arena,
observando a las gaviotas
que, voraces, se disputan
el último festín,
como si no hubiera un mañana.

Sonidos de sirenas en los barcos
que atraviesan el canal.
Ruido sordo, casi ahogado,
amortiguado por las aguas.
Y tú, varada,
como barca sin ancla, recostada
en tu cálido y blando lecho,
adormecida, con el balanceo
tan suave de las olas.

Muere el verano…
Y tú por fin, te vas…
con el peso de la desazón en el bolsillo,
arrancándole un resto de infinito,
de inmensidad y de horizonte a tu mirada.

Y te vas…
con tus sombras alargadas,
con los pasos retumbando
cansina y tristemente
en el camino de madera
que cubre las dunas.
Te vas…y la extensa playa
se cubre de espuma
y pinta de blanco
la escollera gris del rompeolas.

(En tus ojos te llevas,
grabado en dorado,
un pedazo de mar.)

Sin mirar atrás.
Sin pensar en nada,
nada por detrás…tan solo la nostalgia
y una melancolía ¡tan honda y tan extraña!
El miedo de no regresar
al mismo lugar de siempre.

Y te vas…
Sin mirar las dunas,
ni los pinares que sombrean
alargándose en el aire,
ni el viento que juguetea
con las sombrillas de rayas,
que aún quedan abiertas,
rezagadas.

Con el rastro triangular de las gaviotas
solo quedan tus huellas,
las barrerán las olas de la noche
con el vaivén de la marea.

Nada por detrás. Solo tus sombras.
Solo la álgida y engañosa…infinitud del mar.
Solo la falsa sensación de eternidad.

…¿Volverás…?

(La playa sola.
El viento arrecia fuertemente,
anuncia el otoño a las auroras.)

¿Qué tendrá el mar…?

 

 

Texto y foto: María Prieto

Octubre 2020


En Poémame

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