Foto: Josué Correa (Almonaster la Real, Huelva) |
SILENCIO CALCINADO
(Lo que queda tras el fuego…)
¿Oyes…? Es el silencio…
Un silencio abrasado
por el fuelle del viento.
Un callado suspiro
que persigue la sombra
alargada y flamígera
de una negra mariposa.
¿Oyes…? Es el silencio…
Oscuro pájaro posado
sobre el valle triste.
Un silencio crepitante
de bosque quemado,
de lágrima negra
que resbala ardiente
hacia un río de cenizas.
Madre…¿no oyes el silencio
de la tierra seca?
¿del árbol moribundo?
Silencio negro
en los collados,
el río y la quebrada.
Silencio calcinado
sin el canto de los búhos.
Un fúnebre silencio,
de resina que humea
sobre el flaco esqueleto
ennegrecido de los pinos.
Y en mitad de sus ramas,
silencios mudos y apagados
que perfilan, un mundo vacío.
Sin nidos, sin pájaros,
sin ramas que cobijen
calientes madrigueras.
Sin aullidos, ni trinos,
ni siseos,
sin nocturnos aleteos…
Tan solo el sonido
silbante y despiadado
del viento solano.
¿Oyes, Madre…?
Es el silencio de las aguas oscuras
que resbalan al barranco.
Gritos ahogados de la Tierra
que implora y pide auxilio
en esos campos cenicientos
de muerte y exterminio.
Dando vueltas en el aire,
los buitres vuelan…
en círculos concéntricos.
¿Oyes…?
Es el silencio estremecido
de la nada,
de la vida devastada.
Lo que queda tan solo…
después de las llamas.
¿Oyes, Madre…?
-Es la nada.
Septiembre 2020
María Prieto
(A finales de agosto, un gran incendio que duró varios días, asoló el centro de la provincia de Huelva quemando miles de hectáreas de bosque serrano y dejando detrás un paraje devastado y sin vida, como se refleja en esta foto. Este fue el tema de mi poema. ¡Protejamos el bosque y la vida!)
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