Foto: Joaquín del Val. Río Guadiamar, Sevilla |
TRINCHERAS
No lloro, no,
no merece la pena.
Aprieto todo el llanto
piso con pies desnudos.
Absorbo todo el barro…
Lo convierto en dique seco, me cuarteo
y me atrinchero entre sus grietas.
No, ya no lloro, no.
No merece la pena, me repito.
Pero mis pies…
siguen desnudos en el charco.
(También llueve en las trincheras.)
María Prieto
Abril 2021
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