CONTRASTES URBANOS
La gran ciudad, noctámbula, camina soberbia y arrogante derramando
vida en las aceras. Mil y un escaparates repletos de superfluas, atractivas y
legales mercancías...Un ilegal, alguien sin nombre, se acerca y te suplica que
lo invites a un café.
Algarabía…Risas, pasos, empujones... Entre la muchedumbre, dos músicos callejeros, afinan sus silencios y colocan en las fundas sus monedas de reclamo. Flashes que se disparan...Fotógrafos anónimos enmarcan caras sonrientes y poses imposibles, para lograr una ansiada popularidad mediática y fugaz. Un grupo de atléticos manteros huyen con sus bultos clandestinos a la espalda...
Torbellino intermitente de faros que transitan entre las brillantes luces de neón de los anuncios de perfumes caros, con aroma irresistible. Y al doblar alguna esquina... un mensaje garabateado en un cartón que nadie lee, un rostro sin afeitar que nadie mira; pues ya los ojos están bien adiestrados, bien entrenados en la acomodaticia y confortable invisibilidad.
Dos sin techo se disputan territorios imposibles y ficticios, en la jungla de la noche. Y continúan brillando las luces de neón…y, en un portal cualquiera, de una céntrica calle cualquiera, hiere a tu hipocresía y a tu vista de tranquilo paseante un remedo cruel de hogar con un decrépito colchón. Un triste hatillo de objetos imprecisos y mugrientos y dos siluetas ya ajenas al claxon de los coches, a los desahucios, a las miradas, a las sirenas, a los calores y los fríos... Dos seres abrazados, ebrios de soledades, duermen su desesperanza de olvidados en el centro de gravedad de esa indiferente nada.
Algarabía…Risas, pasos, empujones... Entre la muchedumbre, dos músicos callejeros, afinan sus silencios y colocan en las fundas sus monedas de reclamo. Flashes que se disparan...Fotógrafos anónimos enmarcan caras sonrientes y poses imposibles, para lograr una ansiada popularidad mediática y fugaz. Un grupo de atléticos manteros huyen con sus bultos clandestinos a la espalda...
Torbellino intermitente de faros que transitan entre las brillantes luces de neón de los anuncios de perfumes caros, con aroma irresistible. Y al doblar alguna esquina... un mensaje garabateado en un cartón que nadie lee, un rostro sin afeitar que nadie mira; pues ya los ojos están bien adiestrados, bien entrenados en la acomodaticia y confortable invisibilidad.
Dos sin techo se disputan territorios imposibles y ficticios, en la jungla de la noche. Y continúan brillando las luces de neón…y, en un portal cualquiera, de una céntrica calle cualquiera, hiere a tu hipocresía y a tu vista de tranquilo paseante un remedo cruel de hogar con un decrépito colchón. Un triste hatillo de objetos imprecisos y mugrientos y dos siluetas ya ajenas al claxon de los coches, a los desahucios, a las miradas, a las sirenas, a los calores y los fríos... Dos seres abrazados, ebrios de soledades, duermen su desesperanza de olvidados en el centro de gravedad de esa indiferente nada.
Y la vida, impasible e inclemente, continúa rugiendo por una gran ciudad cada vez más desquiciada…cada vez más deshumanizada...
Y seguimos paseando, mirando hacia el otro lado…
Texto y foto:
María Prieto Sánchez
Junio 2019
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