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"Patio sevillano" Manuel Fernández |
VOLVER A CASA (Persiguiendo mi
recuerdo.)
Quiero
de nuevo volver a aquella casa,
nuestra antigua
casa familiar.
Abrir de par en par su puerta
renqueante por el tiempo y el olvido.
Limpiar las telarañas de memoria
y asomarme
al postigo de mi cuarto
a mirar caer la lluvia acompasada
sobre el viejo empedrado de la calle.
Horas y horas escuchando
a mirar caer la lluvia acompasada
sobre el viejo empedrado de la calle.
Horas y horas escuchando
la
canción de una lluvia interminable
que
acunaba mis tardes y noches invernales.
Quiero sentir de nuevo en mi alma fría
el calor
reconfortante de la lumbre,
de aquel
hogar hospitalario y ancestral,
el epicentro de la vida de la casa,
el dios del fuego cálido,
el epicentro de la vida de la casa,
el dios del fuego cálido,
rito
atávico y lar acogedor.
Quiero
subir las escaleras que crujían
de aquel
desván abigarrado y misterioso
donde una niña entonces,
donde una niña entonces,
desplegaba
fantasías de colores
y con
ojos curiosos exploraba
sus
rincones polvorientos ideando mil historias.
La misma que vivía dentro del cuento
La misma que vivía dentro del cuento
que su
padre le contaba con voz grave,
adivinando
las siluetas que su mano encallecida
dibujaba
en la pared, sombras chinescas
que
luego ella repetía una y mil veces…
Ya no es
la misma que ahora escribe
estos
recuerdos...
Quiero escuchar de nuevo el silbido
agudo de
los vientos.
Quizás…en la campana de la enorme chimenea
ya no sople la música del viento para mí.
Quizás…en la campana de la enorme chimenea
ya no sople la música del viento para mí.
Quizás
ya no…
Y el hogar esté apagado sin remedio.
Y el hogar esté apagado sin remedio.
Quiero palpar la frescura
de los
cántaros de barro, henchidos y rojizos
y refrescar con agua pura y transparente
y refrescar con agua pura y transparente
estos
labios míos de ahora, secos,
resquebrajados
y sedientos.
Perfumarme
con el aroma del hinojo,
del
romero o del espliego silvestre
que del
campo mi padre nos traía.
Y
observar aquel rayo de sol
reverberando
en la pared
con la blancura cegadora de la cal.
con la blancura cegadora de la cal.
Tal vez me
encuentre
a
aquella niña de las trenzas soñadora
en el patio soleado de un cálido verano
entre macetas de geranios,
mirando golondrinas por abril
en los nidos del alero
en el patio soleado de un cálido verano
entre macetas de geranios,
mirando golondrinas por abril
en los nidos del alero
o
escuchando el frenético
crotoreo
de las cigüeñas en el tejado
de la
torre de la iglesia.
Tal vez la
encuentre...contemplando
la luna llena
en una noche de fugaces estrellas
intentando
averiguar los misterios y secretos
del
universo infinito y eterno.
Quiero escuchar, una vez más,
la voz potente
de mi madre:
"¡Mariiiii!!!! ¿Dónde estás?"
que me ponía la cabeza entre los hombros
que me ponía la cabeza entre los hombros
y los
pies sobre la tierra...
Quiero
encontrar esos caminos
que me lleven a sus manos amorosas
que me lleven a sus manos amorosas
que con
celo me arropaban
en las
noches heladas de diciembre.
Tal vez
la encuentre en esa casa
antes… de
que se borre la memoria.
Quiero volver para saber si estoy perdida
y no encuentro los caminos de mi vida.
Quiero volver para saber si estoy perdida
y no encuentro los caminos de mi vida.
Esos
senderos que se van desdibujando
entre las
sombras…
Quiero volver para saber
si
aquellos años tan dichosos de la infancia
fueron
sueño o realidades,
fantasía
o verdad desfigurada,
desgastados
por el tiempo y la distancia.
Quiero
volver y no puedo ni encontrarme
ya en mí
misma, hallar en mí
las
raíces y el recuerdo, la huella firme
de mis
pasos.
Solo el
aire,
cuajado de
nostalgia y remembranza,
queda de
la casa,
sobreviviendo
todavía
allá
arriba… en la nube más blanca.
María
Prieto
Enero
2020
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